martes, 29 de noviembre de 2011

La Premio Nacional a la Mejor Traducción, Olivia de Miguel, reivindica mayor visibilidad para la labor del traductor


Tras veinte años dedicados a traducir la obra  poética de Marianne Moore, la filóloga logroñesa Olivia de Miguel, galardonada con el Premio Nacional a la Mejor Traducción de 2011, asegura en una entrevista concedida a larioja.com que la poesía, al ser traducida, no es que pierda su encanto, sino que “se convierte en algo distinto”.  Olivia de Miguel asegura que las traducciones alteran aspectos como la materialidad de las palabras, su dimensión fónica, y se convierten en otras, que no tienen por qué resultar peores. En este sentido, resulta problemático buscar en la traducción lo mismo que en el original y, asegura de Miguel, “traducimos precisamente porque no somos lo mismo. Esa es la herencia de la Torre de Babel”.

Con respecto al papel del traductor, la galardonada opina que muchas veces esta labor queda en la sombra, a pesar de tratarse de una “pieza fundamental en la vida cultural de un país, un actor imprescindible en la transmisión de conocimientos”, puesto que, sin la labor del traductor, la literatura universal sería impensable y “estaríamos sumidos en una especie de autismo intelectual”.

Además, Olivia de Miguel opina que, dado que en un país como España, donde la cuarta parte de los libros que se editan son traducciones, “los lectores leen la lengua del traductor”. Esto supone una enorme responsabilidad ética para el traductor, hacia su lengua y hacia los lectores, ya que “el texto traducido tiene que seguir siendo literatura y como tal debe ser valorado”.

Por todo ello, la filóloga reivindica una mayor visibilidad para el traductor y desmiente las afirmaciones en las que insisten algunos reseñistas de que Henry James, Oscar Wilde o Susan Sontag escriben directamente en español. Según Olivia de Miguel, cuando el reseñista elogia el lenguaje de la obra, la compleja sintaxis o la precisión léxica, olvida que el objeto de sus elogios es obra del traductor, a quien ni siquiera se hace referencia.

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