La traducción automática (TA) es aquella realizada exclusivamente "por la máquina", a partir de un software específico de traducción automática entre dos lenguas. La fiabilidad de la traducción resultante puede variar en función del tipo de texto que se esté traduciendo (general, científico, literario...) y de la similitud entre las lenguas. Por ejemplo, la traducción automática será más fácil entre el catalán y el castellano que entre el chino y el inglés.
Los programas de TA no están pensados para traducir textos literarios, ya que estos sistemas se limitan a trabajar con campos del lenguaje muy definidos. Por tanto, los programas de traducción automática no son capaces de traducir las figuras retóricas, los juegos de palabras, las frases desestructuradas, diferentes registros del lenguaje, etc.
Por otro lado, los sistemas de traducción automática no disponen de un sistema inteligente de corrección automática de errores, por lo que el profesional es el responsable de la corrección individualizada de las post-ediciones. Y dado que la traducción automática requiere juzgar la corrección del resultado, el encargado de la traducción deberá consultar diversos recursos como diccionarios, glosarios, textos paralelos, motores de búsqueda o foros de discusión para buscar una solución adecuada a los problemas lingüísticos planteados en la traducción automática.
Por último, los traductores automáticos suelen ofrecer una baja calidad lingüística. Es por ello que se hace necesario equilibrar la interactividad entre el traductor humano y el software para lograr una traducción correcta y fiable. Así pues, el traductor automático puede servir de ayuda al profesional en ciertos casos, pero cuestiones como el estilo o las ambigüedades sólo un profesional puede resolverlas.
Fuente: hipertext.net
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