martes, 28 de febrero de 2012

Sobre la traducción de poemas

Hace poco se ha celebrado en el Centro Artístico Literario de Granada la lectura de obras de un joven poeta contemporáneo ruso, Rinat Valliulin, acompañada de un breve recorrido por la historia de la literatura rusa y su evolución actual que nos brindó uno de los presentadores. 

Rinat Valliulin es bilingüe de tártaro y ruso, vive en San Petersburgo e imparte clases de lengua española en la Universidad Estatal de San Petersburgo. España está muy presente en sus poemas, que conocimos en traducción española los que asistimos a la lectura. 

El hecho de dominar varios idiomas, –ruso, tártaro, español, francés, inglés-, ha desarrollado en el poeta un sentido muy profundo de la lengua. No sólo juega con conceptos, sino también con palabras y estructuras sintácticas, inspirándose, en parte, en las formas creativas de Mayakovsky. Mezcla raíces latinas y eslavas que aportan matices y connotaciones diferentes. Su sintaxis es indefinida, casi caótica, expresa flashes de ideas, y la concordancia entre estas en muchos casos resulta ambigua o, a primera vista, poco evidente. La puntuación también es muy singular: no emplea mayúsculas ni frases definidas, casi no hay puntos ni comas

La traducción española ha sido capaz de transmitir la fuerza expresiva de esta poesía urbana, que encuentra una fuente de inspiración en las cosas cotidianas incluso más insignificantes. Es precisamente por ello que la mayoría de las preguntas planteadas al lector trataban de las estrategias de su traducción y las dificultades que habían surgido en el proceso traductológico. 

La cuestión central del debate que hubo tras la lectura fue el sempiterno problema de si se puede transmitir plenamente en una lengua lo expresado en otra, especialmente cuando hablamos de poesía. La conclusión fue que era algo casi imposible, pero que esa imposibilidad es precisamente lo que confiere grandeza al arte traductor.

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