La Historia está llena de
ejemplos de errores de traducción que ilustran muchas veces el valor del
trabajo de los traductores e intérpretes. Y es que a veces un error puede
llegar a convertirse en una divertida anécdota o conllevar terribles
consecuencias. A continuación explicamos algunos errores curiosos de traducción
en distintos ámbitos:
En la Historia:
En
plena Guerra Fría, un error de traducción de un discurso del primer ministro
soviético Nikita Khrushchev se malinterpretó
y pudo causar un conflicto bélico a nivel mundial. Khrushchev dio un discurso
en la embajada de Polonia en Moscú en el que, entre otras cosas, alababa el
comunismo y denunciaba los peligros del capitalismo pronosticando su
desaparición. Al terminar, Khrushchev dijo una frase (Мы вас похороним) que se
tradujo del ruso como Vamos a enterrarlos
y esto se entendió como una amenaza a los países de Occidente. En realidad esta
frase quería decir algo como Prevaleceremos
sobre ustedes para expresar la creencia de que el modelo soviético duraría
más que el modelo capitalista de Occidente.
En el
nombre de algunos topónimos:
Cabo de Hornos: este cabo chileno fue bautizado en 1616 como Kaap Hoorn por el explorador holandés Willem
Cornelis Schouten en honor a su pueblo natal. En inglés el nombre perdió una o quedándose el nombre en Cape Horn ya que los holandeses
pronuncian las dobles o como si
fueran una sola. Después este nombre se tradujo al español como Hornos, supuestamente por su similitud
con el término español.
Canal de la Mancha: este estrecho que separa Francia de Gran Bretaña recibe su nombre debido a un error de traducción del francés. En este idioma recibe el nombre de La Manche que significa manga, algo lógico ya que es largo y estrecho como la forma de una manga. En español se tradujo relacionándolo con el término mancha que nada tiene que ver con su significado original.
En el ámbito médico:
Existen otros casos en los
que un error de traducción o interpretación puede tener consecuencias graves
para la salud de algunos pacientes. Ese fue el caso de Willie Ramirez.
Willie era un cubano-estadounidense de 18
años que en 1980 salió con unos amigos cuando empezó a sufrir un dolor de
cabeza muy agudo. Lo trasladaron a un hospital de Florida y allí los amigos
explicaron al equipo médico por medio de un intérprete que podría tratarse de
una intoxicación alimentaria. En el hospital
interpretaron la palabra intoxicado
por intoxicated, que en inglés hace
referencia a un estado de embriaguez. Por esa razón, le administraron un
tratamiento que hubiera sido efectivo solo si el paciente hubiera ingerido
drogas o alcohol.
El intérprete que estaba en el hospital admitió haber
usado la palabra intoxicated, pero
advirtió al médico que no se trataba de algo relacionado con el alcohol o las
drogas. También dijo que no era un intérprete oficial. Willie terminó
tetrapléjico a causa de una hemorragia que tuvo en la cabeza durante más de dos
días mientras estaba inconsciente en el hospital. Tras varios juicios, la ley
le dio la razón y Willie recibió una indemnización de 71 millones de dólares
por daños y perjuicios.
Por otro lado, hasta 47 pacientes alemanes
experimentaron problemas por la implantación
de prótesis defectuosas. Esto también se debió a un error de traducción. En
las instrucciones de las prótesis se especificaba en inglés que se trataba de
prótesis non-modular cemented y que
se tradujo al alemán como prótesis que no requieren cemento, cuando en realidad
significa que no son modulares y que sí debía aplicarse cemento. La
mitad de estos pacientes necesitó de nuevo una operación.
Estos son solo algunos ejemplos que sirven de
recordatorio para valorar el papel de los traductores e intérpretes. Aunque
todos cometemos errores, siempre es mejor contar con un profesional para
conseguir un producto final de calidad. Esperemos que en un futuro los fallos
que se cometan se conviertan en simples anécdotas y que nadie tenga que sufrir
las consecuencias de estos errores.
Margarita Caro Perea