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viernes, 22 de enero de 2016

Terminología y traducción: préstamos, calcos y neologismos





Hoy en día, los límites del conocimiento se extienden cada vez más rápido, sobre todo en el ámbito científico y tecnológico. Nacen nuevos conceptos, nuevas unidades de significación especializada para referirse a esos descubrimientos, y el traductor debe estar preparado para lidiar con el desafío de encontrar un equivalente adecuado.

Según las define el manual Terminología para traductores e intérpretes, de Silvia Montero Martínez, Pamela Fáber Benítez y Miriam Buendía Castro, estas unidades de significación especializada (USE) son unidades lingüísticas que forman parte de los nudos de conocimiento de un texto y tienen un valor terminológico dentro de los discursos especializados. Desde un punto de vista estructural, pueden ser morfemas, sintagmas e incluso oraciones mientras que, desde un punto de vista morfológico, podemos encontrar sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios o sintagmas. El traductor debe enfrentarse con rigurosidad ante este tipo de terminología, detectando el valor de las unidades especializadas para asegurar una mejor calidad en la traducción. Pero ¿cómo se forman estas unidades de significación especializada?

La procedencia de las unidades lingüísticas especializadas es variada:
  • A partir de la aplicación de reglas del propio código lingüístico.
  • A partir de la extensión del significado de una unidad léxica ya existente.
  • Procedente de un código lingüístico ajeno.

Los traductores debemos prestar especial atención al tercer grupo: los que proceden de un código lingüístico ajeno.

Podemos clasificar este tipo de USE en dos grupos: préstamos y calcos. Los préstamos son elementos léxicos que una lengua incorpora de otra. En este grupo nos encontramos, por un lado, con los cultismos. Son préstamos procedentes del fondo histórico grecolatino y están presente tanto en lenguas romances como anglosajonas (como es el caso de oligarquía, que proviene del griego antiguo λιγαρχίαoligarchía–.) Por otro lado, también existen préstamos de lenguas vivas. Se trata de formaciones que se incorporan en una lengua ya sea sin modificaciones o con adaptaciones gráficas o fonéticas: bit, del inglés byte.

Los calcos se dividen en calcos semánticos y calcos puros. Los calcos semánticos son expansiones semánticas de una unidad léxica usadas para incluir una acepción propia de otra lengua. Por ejemplo, el ratón como accesorio para el ordenador es un calco semántico del inglés, mouse. Los calcos puros, sin embargo, son unidades extranjeras pero con la apariencia de la lengua receptora gracias a algunas modificaciones formales (como, por ejemplo, una traducción más o menos literal: comando, de la palabra inglesa command, en el ámbito informático).

En el discurso especializado en español existe una importante presencia de préstamos y calcos, en su mayor parte procedentes del inglés, ya que el español sólo supone un 0,4% de la producción científica mientras que el 90% de los textos pertenece a la lengua inglesa. Como la terminología se adquiere a partir de la lengua de innovación, el experto se familiariza con el nuevo término a partir de la lengua predominante y adapta los términos a la lengua materna sólo cuando resulta fácil o posible. Por lo tanto, el experto está sometido al nivel léxico y estructural de la lengua dominante y a la utilización de los términos que le sean más fácil recordar, de ahí la alta presencia de préstamos y calcos.

Los traductores que se enfrenten a un discurso especializado deberán elegir entre conciliar las limitaciones lingüísticas de la lengua meta, considerados correctos por organismos de importancia; o conciliar las expectativas comunicativas, según su uso entre los expertos de un ámbito determinado. Sin embargo, el objetivo del traductor no es la normatividad, por lo que puede hacer uso de las estrategias anteriormente mencionadas, calcos y préstamos, y de la creación de neologismos. Esto requiere mayor creatividad e investigación, y se debe tener en cuenta el uso del término en los contextos especializados en español. Por ejemplo, si el uso de un préstamo está extendido entre el público especializado, puede no ser buena idea crear un neologismo.

Por otro lado, el uso de préstamos y calcos pueden denotar cierta ignorancia de la lengua meta así como posibilitar la pérdida de identidad cultural como consecuencia de la globalización. Sin embargo, los calcos y préstamos pueden resultar beneficiosos para la innovación y el desarrollo, aunando e internacionalizando los términos y facilitando su comprensión tanto entre el público experto como en el lego.


Beatriz Bustos Rincón