Hoy en día, los límites del conocimiento se extienden
cada vez más rápido, sobre todo en el ámbito científico y tecnológico. Nacen
nuevos conceptos, nuevas unidades de significación especializada para referirse
a esos descubrimientos, y el traductor debe estar preparado para lidiar con el
desafío de encontrar un equivalente adecuado.
Según las define el manual Terminología para traductores e intérpretes, de Silvia Montero Martínez, Pamela Fáber Benítez y Miriam Buendía Castro, estas
unidades de significación especializada (USE) son unidades lingüísticas que
forman parte de los nudos de conocimiento de un texto y tienen un valor
terminológico dentro de los discursos especializados. Desde un punto de vista
estructural, pueden ser morfemas, sintagmas e incluso oraciones mientras que,
desde un punto de vista morfológico, podemos encontrar sustantivos, adjetivos,
verbos, adverbios o sintagmas. El traductor debe enfrentarse con rigurosidad
ante este tipo de terminología, detectando el valor de las unidades
especializadas para asegurar una mejor calidad en la traducción. Pero ¿cómo se
forman estas unidades de significación especializada?
La procedencia de las unidades lingüísticas
especializadas es variada:
- A partir de la aplicación de reglas del propio código lingüístico.
- A partir de la extensión del significado de una unidad léxica ya existente.
- Procedente de un código lingüístico ajeno.
Los traductores debemos prestar especial atención al
tercer grupo: los que proceden de un código lingüístico ajeno.
Podemos clasificar este tipo de USE en dos grupos:
préstamos y calcos. Los préstamos son elementos léxicos que una lengua
incorpora de otra. En este grupo nos encontramos, por un lado, con los
cultismos. Son préstamos procedentes del fondo histórico grecolatino y están
presente tanto en lenguas romances como anglosajonas (como es el caso de
oligarquía, que proviene del griego antiguo ὀλιγαρχία –oligarchía–.) Por otro lado, también existen
préstamos de lenguas vivas. Se trata de formaciones que se incorporan en una
lengua ya sea sin modificaciones o con adaptaciones gráficas o fonéticas: bit,
del inglés byte.
Los calcos se dividen en calcos semánticos y calcos
puros. Los calcos semánticos son expansiones semánticas de una unidad léxica
usadas para incluir una acepción propia de otra lengua. Por ejemplo, el ratón
como accesorio para el ordenador es un calco semántico del inglés, mouse. Los calcos puros, sin embargo,
son unidades extranjeras pero con la apariencia de la lengua receptora gracias
a algunas modificaciones formales (como, por ejemplo, una traducción más o
menos literal: comando, de la palabra inglesa command, en el ámbito informático).
En el discurso especializado en español existe una
importante presencia de préstamos y calcos, en su mayor parte procedentes del
inglés, ya que el español sólo supone un 0,4% de la producción científica
mientras que el 90% de los textos pertenece a la lengua inglesa. Como la
terminología se adquiere a partir de la lengua de innovación, el experto se
familiariza con el nuevo término a partir de la lengua predominante y adapta
los términos a la lengua materna sólo cuando resulta fácil o posible. Por lo tanto, el experto está sometido al
nivel léxico y estructural de la lengua dominante y a la utilización de los
términos que le sean más fácil recordar, de ahí la alta presencia de préstamos
y calcos.
Los traductores que se enfrenten a un discurso especializado
deberán elegir entre conciliar las limitaciones lingüísticas de la lengua meta,
considerados correctos por organismos de importancia; o conciliar las
expectativas comunicativas, según su uso entre los expertos de un ámbito
determinado. Sin embargo, el objetivo del traductor no es la normatividad, por
lo que puede hacer uso de las estrategias anteriormente mencionadas, calcos y
préstamos, y de la creación de neologismos. Esto requiere mayor creatividad e
investigación, y se debe tener en cuenta el uso del término en los contextos
especializados en español. Por ejemplo, si el uso de un préstamo está extendido
entre el público especializado, puede no ser buena idea crear un neologismo.
Por otro lado, el uso de préstamos y calcos pueden
denotar cierta ignorancia de la lengua meta así como posibilitar la pérdida de
identidad cultural como consecuencia de la globalización. Sin embargo, los
calcos y préstamos pueden resultar beneficiosos para la innovación y el
desarrollo, aunando e internacionalizando los términos y facilitando su
comprensión tanto entre el público experto como en el lego.
Beatriz Bustos Rincón